CREACIÓN O EVOLUCIÓN?

Hoy vamos a hablar sobre el tema de la evolución. Quisiera que prestaseis cuidadosa atención, y que os dieseis cuenta por vosotros mismos de si sois o no evolucionistas. Primeramente os voy a leer en qué consiste la evolución; seguidamente podréis ver si sois o no evolucionistas. Las siguientes afirmaciones están tomadas de un famoso tratado sobre el tema, escrito por uno de los principales defensores del evolucionismo, por lo tanto, se pueden considerar ajustadas y rigurosas, en tanto que definiciones autorizadas:
"La evolución es la teoría que representa el devenir del mundo como una transición gradual desde lo indeterminado hacia lo determinado, desde lo uniforme a lo variado, y que asume que la causa de esos procesos es inherente al propio mundo que es objeto de la transformación".
"Evolución es, pues, casi un sinónimo de progreso. Es una transición desde lo inferior a lo superior, de lo peor a lo mejor. Tal progreso apunta a un valor añadido en la existencia, tal como reconocen nuestros sentimientos".

Obsérvense los puntos destacados en estas tres frases: la evolución representa el devenir del mundo como una transición gradual desde lo inferior a lo superior, de lo peor a lo mejor; y asume que ese proceso es inmanente al mundo que es objeto de tal transformación. Es decir, la cosa mejora por sí misma; y lo que la hace mejorar es ella misma. Y ese progreso significa un "valor añadido en la existencia, tal como nuestros sentimientos reconocen". O sea, sabes que eres mejor, porque te sientes mejor. Sabes que ha habido progreso, porque sientes que es así. Tus sentimientos son la medida de tu situación. El conocimiento que tienes de tus sentimientos regula tu progreso desde lo peor hacia lo mejor.

Ahora, a propósito de ese asunto del progreso desde lo peor a lo mejor, ¿tienen algo que ver tus sentimientos? Si es así, ¿qué eres en realidad? Cualquiera de los aquí reunidos que mida su progreso –el valor de su experiencia– por sus sentimientos, es evolucionista: no importa si ha sido adventista por cuarenta años, no deja de ser evolucionista. Su religión, su cristianismo, es una profesión desprovista de la sustancia, la forma sin el poder.

Ahora quisiera leer lo que es la evolución en otros términos, a fin de que podáis ver que es infidelidad. Por lo tanto, si te reconoces evolucionista, comprenderás que eres en realidad infiel: "La hipótesis de la evolución tiene por objeto el responder a diversas cuestiones en relación con el principio, o génesis de las cosas". "Contribuye a restaurar el sentimiento ancestral hacia la naturaleza en tanto que nuestro padre, y fuente de nuestra vida".

Una de las ramas de esa especie de ciencia que más ha contribuido al establecimiento de la doctrina de la evolución, es la nueva ciencia de la geología, que evoca la existencia de vastos e inimaginables períodos de tiempo en la historia pasada de nuestro globo. Esos largos períodos, como afirma otro de los escritores destacados sobre el tema –en realidad su principal autor–, "son la base indispensable para la comprensión del origen del hombre" en el proceso de la evolución. Así pues, el progreso ha tenido lugar a lo largo de edades interminables. Sin embargo, ese progreso no ha tenido lugar de una forma continua y directamente ascendente, desde su inicio hasta el estado actual, sino que ha sufrido muchos altibajos. Se han dado muchos períodos de gran belleza y simetría; luego, un cataclismo o erupción, y todo hecho añicos, por así decirlo. Nuevamente se inicia el proceso a partir de esa condición de cosas, y se inicia la reconstrucción. El proceso se repitió muchas, muchas veces; y esa es la evolución –la transición desde lo inferior hacia lo superior, de lo peor a lo mejor.

Ahora, ¿cuál ha sido el devenir de tu progreso, desde lo peor hacia lo mejor? ¿Ha sido mediante muchos "altibajos"? ¿Se ha caracterizado tu adquisición del poder para hacer el bien –las buenas obras que vienen de Dios– por un largo proceso de altos y bajos, desde que comenzó tu profesión de fe hasta ahora? ¿Ha parecido en ocasiones que hacías un gran progreso, que lo estabas haciendo bien, que todo era bonito y placentero; y entonces, sin ningún aviso, se ha producido un cataclismo o erupción que lo ha desbaratado todo? No obstante, a pesar de todos los altos y bajos, ¿te dispusiste a comenzar en un nuevo esfuerzo: y así, mediante ese proceso, prolongado en el tiempo, has llegado a donde estás ahora; y mirando atrás, al contemplarlo globalmente, puedes constatar cierto progreso "tal como tus sentimientos reconocen"? ¿Es esa tu experiencia? ¿Es esa la manera en la que has progresado?

En otras palabras: ¿eres evolucionista? No evadas la pregunta; confiesa la verdad con franqueza, porque quisiera hoy hacerte abandonar el evolucionismo. Hay una forma de librarse de él: todo aquel que haya llegado a este lugar siendo evolucionista puede salir de él siendo cristiano. Así pues, si describo a un evolucionista de forma que puedas verte reflejado en esa descripción, reconócelo así–admite que eres tú mismo–, y sigue después los pasos que Dios te indicará, de manera que seas totalmente liberado de eso. Pero, con toda franqueza, si tu experiencia es la que he descrito, si es esa la clase de progreso que has hecho en tu vida cristiana, créeme que eres evolucionista, lo admitas o no. Lo más aconsejable, no obstante, es admitirlo, abandonarlo, y ser cristiano.

Otro aspecto más: "La evolución, hasta donde alcanza, ve la materia como algo eterno". Asumiendo lo anterior, "la noción de creación queda eliminada de los campos de existencia a los que se aplica". Ahora, si miras hacia ti mismo, para encontrar ese principio que produzca el progreso que en ti debe darse a fin de poder entrar en el reino de Dios; si supones que está inmanente en ti mismo, y que si logras ponerlo adecuadamente en acción, y lo supervisas una vez ha comenzado a obrar, todo irá bien; –si has estado esperando, velando y progresando de esa manera, eres evolucionista. Ya que leo más a propósito de qué es la evolución: "Está claro que la doctrina de la evolución es directamente antagonista de la de la creación… la idea de la evolución, cuando se la aplica a la formación del mundo como un todo, es lo opuesto a la creación directa, volitiva".

Tal es la evolución, según la definición de sus inventores, –que el mundo, con todo lo que en él hay, vino por sí mismo; y que el principio que lo llevó a la situación en la que ahora está, es inherente a sí mismo, y produce en sí mismo todo cuanto el mundo es. De manera que, evidentemente, "la evolución es directamente antagonista de la creación".

Cierto que por lo que respecta al mundo y todo cuanto en él hay, no crees que viniese por sí mismo. Sabes que no eres evolucionista hasta ese punto; crees que Dios creó todas las cosas. Todos cuantos estamos hoy aquí reunidos diríamos que Dios creó todas las cosas, –el mundo y todo lo que hay en él. La evolución no admite tal cosa: no deja lugar a la creación.

Hay, sin embargo, otro aspecto de la evolución que no es aparentemente antagónico de la creación. Los que idearon esa evolución a cuyas citas nos hemos referido, no pretendían otra cosa que ser infieles –ser hombres sin fe–, ya que un infiel es sencillamente alguien desprovisto de fe. Aun en el caso de que alguien pretenda tener fe, si no la tiene realmente, es un infiel. Por supuesto, el término "infiel" tenía para ellos un significado más concreto que el que posee en nuestros días. Los que enunciaron esa doctrina de la evolución que hemos citado eran hombres de esa clase; pero cuando difundieron la enseñanza por doquier, hubo gran cantidad de profesos cristianos, que pretendían ser hombres de fe, que profesaban creer la palabra de Dios –que enseña la creación–. Esos hombres, no conociendo por ellos mismos la palabra de Dios, teniendo una fe que era una mera forma sin el poder, se vieron seducidos por el encanto de aquella doctrina novedosa, y deseosos de conseguir popularidad mediante la nueva ciencia, no se atrevieron a declarar que renegaban de Dios, de la creación en cierta manera, dando así origen a una especie de evolución con el Creador en ella. Se la conoce como la evolución teísta; es decir, Dios comenzó la cosa, sea esta lo que fuere; pero a partir de entonces, ha venido funcionando por ella misma. Dios la inició, y en lo sucesivo ha sido capaz por ella misma de cumplir todo cuanto ha sucedido. Todo eso, no obstante, no es más que un primer paso, una treta para salvar las apariencias, y en boca de los auténticos evolucionistas, no es más que "una fase de transición desde la hipótesis de la creación a la de la evolución". Es pura evolución, ya que no hay medias tintas entre la creación y la evolución.

Seas tú uno de ellos o no, lo cierto es que abundan, incluso entre los adventistas –no tantos como antaño ¡gracias a Dios!– quienes creen que necesitamos a Dios para el perdón de nuestros pecados, iniciándonos de esa manera en el camino; pero posteriormente, debemos obrar nuestra propia salvación con temor y temblor. De acuerdo con eso, temen y tiemblan todo el tiempo; pero no obran ninguna salvación, ya que no tienen a Dios constantemente obrando en ellos, "así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Fil. 2:12,13).

Se nos dice en Hebreos 11:3 que por la fe entendemos que los mundos fueron formados [construidos, hechos] por la palabra de Dios, de modo que lo que vemos no fue hecho a partir de lo visible (King James). La tierra que conocemos no fue hecha a partir de rocas; el hombre no fue hecho a partir de monos, antropoides ni "eslabones perdidos". Los monos no fueron hechos a partir de renacuajos, ni los renacuajos de protoplasmas, en aquel remoto principio. No, "los mundos fueron formados por la palabra de Dios, de modo que lo que vemos no fue hecho a partir de lo visible".

Ahora, ¿por qué es que lo que vemos no fue hecho a partir de lo visible? Simplemente porque las cosas a partir de las que fueron hechas no parecen. Y la razón de que no parezcan es que no había tales cosas. No existían en absoluto. Los mundos fueron formados por la palabra de Dios; y la palabra de Dios tiene una cualidad, o propiedad en sí misma que causa, al ser pronunciada, no solamente la existencia de la cosa invocada, sino también del material que la compone, aquello de lo que consta en cuanto a la sustancia.

Conocéis también esa otra escritura, aquella que declara que "por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el espíritu de su boca… porque Él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió" (Sal. 33:6-9). A propósito de eso os quiero preguntar: ¿Cuánto tardó en suceder lo que Dios "habló"? ¿Cuánto tiempo pasó desde que habló hasta que "fue hecho"? [Voz: ‘ningún tiempo’] ¿Ni una semana? –No. ¿Ni seis largos períodos de tiempo? –No. La evolución, incluso la que reconoce a un Creador, mantiene que la formación de las cosas que vemos tomó edades incontables e indefinidas, o "seis largos e indefinidos períodos de tiempo", después que Dios habló. Pero eso es evolución, no creación: la evolución tiene lugar mediante un largo proceso. La creación, mediante la palabra hablada.

Cuando Dios, pronunciando la palabra, hubo creado los mundos, dijo en relación con el nuestro, "Sea la luz". ¿Cuánto tiempo pasó desde la emisión de las palabras "Sea la luz", y la aparición de la luz? Quiero recalcar esto a fin de que podáis averiguar si sois evolucionistas o creacionistas. Permitidme repetir la pregunta, ¿no hubo seis largos períodos de tiempo entre la emisión de la palabra y el cumplimiento del hecho? Decís que no. ¿No pasó una semana?
–No. ¿No pasó un día?
–No. ¿Ni siquiera una hora?
–No. ¿Y un minuto?
–Tampoco. ¿Quizá un segundo?
–No, ciertamente. No pasó ni un segundo entre el momento en que Dios pronunció las palabras "Sea la luz", y la existencia de esa luz. [Voz: "Tan pronto como se pronunció la palabra, fue la luz"]. Efectivamente, así es como sucedió. He presentado ese punto con detenimiento a fin de que quede bien fijado en vuestra mente, por temor a que lo olvidéis, cuando más adelante os haga alguna pregunta relacionada con ello. Así pues, ¿queda claro que cuando Dios dijo "Sea la luz", no pasó ni un segundo entre eso y el momento en el que la luz brilló? [Voz: Sí]. Muy bien. Entonces, aquel que admite que transcurrió cualquier cantidad de tiempo entre la declaración de Dios y la aparición de la cosa, es un evolucionista. Si son edades sin fin, se trata simplemente de alguien más evolucionista que el que piensa que tardó un día: es lo mismo, sólo que en mayor cantidad.
Dios dijo a continuación, "Haya expansión…", "y fue así". Luego, "dijo Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, descúbrase la seca: y fue así". Cada vez que Dios habló, fue así. Eso es la creación.

Veis, pues, que para un evolucionista es perfectamente lógico y razonable el despreciar la palabra de Dios, y no ejercer fe en ella; eso es debido a que la evolución es lo contrario a la creación. Si la evolución es antagonista de la creación, y la creación es por la palabra de Dios, entonces la evolución es contraria a la palabra de Dios. Por supuesto, el evolucionista genuino y declarado no tiene ningún lugar para esa Palabra, ni tampoco para los semi-evolucionistas, –aquellos que evocan la creación y la palabra de Dios a modo de iniciación. La evolución necesita tanto tiempo, un período tan indefinido e indeterminado para conseguir lo que sea, que descarta la creación.
El evolucionista genuino reconoce que la creación debe ser inmediata; pero no cree en la acción inmediata, por lo tanto no acepta la creación. No olvidéis que la creación, o bien es inmediata, o no es creación: si no es inmediata, entonces es evolución. Así, volviendo a la creación en el principio, cuando Dios habla, en su palabra está la energía creadora que produce lo que esa palabra pronuncia. En eso consiste la creación; y esa palabra de Dios es la misma ayer, y hoy, y por los siglos; vive y permanece para siempre; tiene vida eterna en sí misma. La palabra de Dios es algo viviente. La vida en ella contenida es la vida de Dios –vida eterna. Por lo tanto, es la palabra de vida eterna, como Jesús dijo, y permanece para siempre. Es la palabra de Dios para siempre, y posee eternamente la energía creadora en ella misma.

Así, cuando Jesús estuvo aquí, dijo: "Las palabras que yo os he hablado, son espíritu, y son vida". Las palabras que Jesús habló son las palabras de Dios. Están impregnadas de la vida de Dios. Son vida eterna, permanecen para siempre; y en ellas está la energía creadora para producir lo que declaran.

Así lo ilustran muchos incidentes en la vida de Cristo, tal como narra el Nuevo Testamento. Me referiré a uno o dos de ellos, a fin de que podáis captar el principio. Recordáis que tras el sermón de la montaña, Jesús descendió, y encontró a un centurión que le dijo: "Señor, mi mozo yace en casa paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré". El centurión dijo: "Señor, no soy digno de que entres debajo de mi techado; mas solamente di la palabra, y mi mozo sanará". Jesús, dirigiéndose a quienes le seguían, dijo: "ni aun en Israel he hallado fe tanta".

Israel tenía la Biblia; conocía la palabra de Dios. Se enorgullecía de ser el pueblo del libro, el pueblo de Dios. Lo leían. Predicaban en sus sinagogas: "mi palabra [la de Dios]… hará lo que yo quiero". Cuando leían esa palabra, decían: ‘Correcto: hay algo que hacer. Vemos la necesidad de que se haga, y así lo haremos. Lo cumpliremos’. Entonces hacían lo mejor de su parte para cumplirlo. Su realización les tomaba un tiempo considerable. Realmente un larguísimo tiempo. Tan largo, de hecho, que jamás lo cumplieron. El genuino cumplimiento de la palabra quedaba tan lejano, que tenían que exclamar: "Si una sola persona, durante un sólo día fuese capaz de guardar toda la ley, sin ofender en ningún punto… Incluso si una sola persona pudiese guardar la parte de la ley que se refiere a la debida observancia del sábado, entonces los problemas de Israel llegarían a su fin, y vendría por fin el Mesías". Así, aunque comenzaban por cumplir lo que la palabra decía, les tomaba tanto tiempo que jamás lo alcanzaban. ¿Qué eran, entonces?

Estaba la palabra de Dios, que decía, "hará lo que yo quiero, y será prosperada". Hablaba, pues, de su poder creador. Y, si bien profesaban creer en la energía creadora de la palabra de Dios, en sus propias vidas negaban tal cosa, y decían ‘Lo haremos’. Miraban hacia ellos mismos para el proceso que les llevaría al punto en que esa palabra y ellos estarían en armonía. ¿Qué eran? ¿Tenéis miedo a responder, porque quizá esa misma situación haya sido la vuestra? No tengáis reparos en decir que eran evolucionistas, ya que eso es lo que eran, y eso somos muchos de nosotros. Su proceder era antagónico al de la creación; no había allí ninguna creación. No eran hechos nuevas criaturas; ninguna vida nueva se formaba en su interior; no era el poder de Dios el que obraba; todo venía de ellos mismos; y tan lejos estaban de creer realmente en la creación, que rechazaron al Creador y lo expulsaron del mundo crucificándolo. Ese es el fruto invariable de la evolución, ya que no olvidéis que la evolución es directamente contraria a la creación.

Ese era el pueblo al que Jesús se refería cuando hizo esa declaración sobre la fe en Israel. Tenemos aquí a un hombre romano que había crecido entre los judíos, quienes habían anulado la enseñanza de Jesús. El centurión había estado en las inmediaciones de Jesús, y le había oído hablar. Escuchó sus palabras y observó el efecto que tenían, hasta el punto en que se dijo a sí mismo: ‘Todo lo que este hombre dice, sucede. Cuando dice una cosa, se cumple’. ‘Voy a apropiarme de eso’, de forma que fue a Jesús, y le dijo lo que está escrito. Jesús sabía perfectamente que el centurión tenía la mente puesta en el poder de su palabra para cumplir lo dicho; y replicó, ‘Muy bien, voy a ir a sanar a tu siervo’.
–¡Oh no, mi Señor, no necesitas venir! Podéis ver que el centurión estaba poniendo a prueba esa verdad, para ver si había o no poder en la palabra. De manera que dijo, "Solamente di la palabra, y mi mozo sanará". Jesús respondió al centurión, "Ve, y como creíste te sea hecho. Y su mozo fue sano en el mismo momento". Cuando esa palabra fue pronunciada, "Ve, y como creíste te sea hecho", ¿Cuánto tiempo pasó hasta que el mozo fue sano? ¿Veinte años?
–No. ¿No tuvo que pasar por muchos altibajos antes de ser efectivamente sanado? Honestamente…
–No, no. Cuando se pronunció la palabra, la palabra cumplió lo dicho, y lo cumplió al acto.
Otro día, Jesús estaba andando, y un leproso a cierta distancia de Él lo vio y lo reconoció. También él se había aferrado a la bendita verdad del poder de la energía creadora de la palabra de Dios. Dijo a Jesús, "Si quieres, puedes limpiarme". Jesús se detuvo y le dijo, "Quiero, queda limpio. Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio" (Mar. 1:41,42, Biblia de Jerusalem). No se nos autoriza a introducir ni un momento de tiempo entre la pronunciación de la palabra y el cumplimiento del hecho: Fue curado "al instante".

Veis que la palabra de Dios, al principio de la creación, tenía en ella misma la energía creadora para producir lo que la palabra pronunciaba. Veis también que cuando Jesús vino al mundo para mostrar a los hombres el camino de la vida, a salvarlos de sus pecados, demostró una y otra vez, aquí, allá y por todas partes, a todo hombre y por siempre, que la misma palabra de Dios tiene todavía la misma energía creadora en ella; de manera que cuando es pronunciada, allí está en su integridad la energía creadora para cumplir lo dicho por la palabra.

Ahora, ¿eres evolucionista o eres creacionista? La palabra te habla a ti. La has leído, profesas creerla. Crees en la creación, a pesar de los evolucionistas; ¿Creerás ahora en la creación, a pesar de ti mismo? ¿Te pondrás hoy sobre la plataforma en la que no permitirás que nada se interponga entre ti y la energía creadora de esa palabra –ningún período de tiempo, de la duración que sea?

Jesús dijo a cierta persona, "Tus pecados te son perdonados". ¿Cuánto tiempo tardó en cumplirse? –No pasó ninguna cantidad de tiempo entre la palabra "perdonados", y el hecho. Esa misma palabra te es comunicada a ti hoy. ¿Por qué dejarías pasar ningún tiempo entre esa palabra que se te declara, y su cumplimiento? Hace muy poco has convenido en que cualquiera que deja pasar un minuto, o siquiera un segundo, entre la declaración de la palabra de Dios y la realización del hecho, es un evolucionista. Y has dicho bien. Así es, no lo olvides. Ahora te pregunto, ¿por qué es que cuando te declara perdón dejas pasar días enteros antes que sea efectivo en ti, antes de que en ti se cumpla? Dijiste que el hombre antes referido es un evolucionista. Y tú, ¿qué eres, querría saber? ¿Dejarás de ser evolucionista, para ser creacionista?

Este día será de especial importancia para muchos de los aquí presentes, porque muchos decidirán hoy esa cuestión en uno u otro sentido. Si sales de aquí siendo evolucionista, estás en peligro. Se trata de un asunto de vida o muerte. Dijiste que la evolución es infidelidad, y es así; por lo tanto, si abandonas esta reunión siendo evolucionista, ¿cuál es tu posición?, ¿cuál será tu elección? Si sales de aquí sin el perdón de los pecados, eres evolucionista, ya que permites que el tiempo pase entre la declaración de la palabra y el cumplimiento del hecho.

A partir de lo expuesto, podéis ver que quien permite que pase cualquier cantidad de tiempo entre el pronunciamiento de la palabra y la realización del hecho, es evolucionista. La palabra de Dios para ti es, "Mujer, tus pecados te son perdonados", "Hombre, tus pecados te son perdonados". [Pastor Corliss: ‘¿No dijo, tus pecados te serán perdonados?’] No, por cierto. "Tus pecados te son perdonados". Tiempo verbal presente. Doy gracias a Dios de que así sea, ya que en la palabra "perdonados" está la energía creadora que quita todo pecado, haciendo al hombre una nueva criatura. Creo firmemente en la creación. ¿Y tú? ¿crees en la energía creadora contenida en la palabra "perdonado" que Dios te declara? ¿O bien eres evolucionista y dices, ‘no veo cómo eso pueda ser así, indigno como soy’? ‘He estado intentando hacer el bien, pero he fracasado muchas veces; he tenido muchos altos y bajos, y he estado bastantes más veces abajo que arriba’. Si eso es lo que dices, debes reconocerte evolucionista, porque en eso consiste la evolución.

Muchos han estado suspirando prolongadamente por un corazón limpio. Dicen: ‘Creo en el perdón de los pecados y todo eso, y lo querría hacer mío si estuviese seguro de que puedo mantenerlo; pero hay tanta maldad en mi corazón, y tantas cosas que vencer, que no tengo ninguna seguridad". Pero entonces viene la palabra, "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio". El corazón limpio viene por creación, y sólo por creación. Y ésta es obrada por la palabra de Dios. Porque dice: "Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros". ¿Eres ahora creacionista, o evolucionista? ¿Saldrás de esta casa con un corazón impío, o con un corazón nuevo, creado por la palabra de Dios, (la palabra que posee la energía creadora que hace nuevo el corazón)? Te declara un corazón nuevo. A todos habla exactamente de ese modo; si permites que pase el tiempo entre la palabra pronunciada y el corazón nuevo, estás siendo evolucionista. Cuando permites que cualquier fracción de tiempo se interponga entre la palabra pronunciada y su cumplimiento en tu experiencia, estás cediendo a la evolución.

Algunos de los que aquí están, han dicho: ‘Sí, lo quiero. Voy a tenerlo. Creo que la palabra lo cumplirá, pero han alargado el tiempo hasta la próxima reunión, y así sucesivamente, dejando transcurrir los años; han sido tan evolucionistas como todo eso. "Mientras que muchos siguen preguntándose sobre los misterios de la fe y la piedad, habrían podido resolver el asunto si hubiesen proclamado, ‘Yo sé que Jesucristo es mi porción eterna’ ". El poder para obrar tal cosa está en la palabra de Dios; y cuando eso se acepta, allí está la energía creadora, produciendo lo que se ha declarado. De manera que podéis resolver todo el asunto del misterio de la fe y la piedad proclamando que sabéis que Cristo es vuestra porción eterna.

Hay un misterio en cómo Dios puede manifestarse en una carne pecaminosa tal como la tuya. Pero considera, la cuestión no es ahora el misterio en sí; la cuestión es, ¿Hay tal cosa como la creación? ¿Existe un Creador, capaz de crear en ti un corazón puro? ¿O bien todo es simplemente evolución? Desde ahora y hasta el fin del mundo, la cuestión para los adventistas debe ser, ¿crees en el Creador? Y si crees en el Creador, ¿de qué forma crea?
–Por supuesto, respondes ‘por la palabra de Dios’. Muy bien. Ahora, ¿crea cosas para ti, mediante esa palabra? ¿Eres creacionista para los otros evolucionistas, y evolucionista para los otros creacionistas? ¿Será eso posible? Otra cosa: La palabra dice, "Queda limpio". Cierto día dijo, "Sea la luz. Y fue la luz". Al leproso le dijo "Queda limpio", y "al instante" quedó limpio. Ahora te dice a ti, "Queda limpio". Y ¿Qué pasa? [Voz: ‘Que es así’]. Por el bien de tu alma, ponte bajo el influjo de la palabra creadora. Reconoce la energía creadora en la palabra de Dios que desde la Biblia llega a ti; porque esa palabra de Dios en la Biblia, es la misma para ti hoy que cuando llamó los mundos a la existencia, cuando hizo la luz allí donde sólo había tinieblas, y cuando curó al leproso. Esa palabra pronunciada hoy sobre ti, si la recibes, hace de ti una nueva criatura en Cristo Jesús; esa palabra, pronunciada en el caos y vacío de tu corazón, si la tomas, produce allí la luz de Dios; esa palabra que hoy te es declarada, aunque estés enfermo de la lepra del pecado, si la recibes, te limpia al instante. Acéptala. Recíbela.

¿Cómo seré limpio?
–Por la energía creadora de esa palabra: "Queda limpio". Por lo tanto, está escrito: "Ya vosotros sois limpios, por la palabra que os he hablado" (Juan 15:3). ¿Lo seréis? ¿Serás un creacionista, desde este momento? ¿O seguirás evolucionista?

Observa qué gran bendición. Cuando lees la palabra, la recibes y meditas en ella, ¿Qué es para ti en todo momento? ¡Creación! La energía creadora obra en ti, produciendo las cosas pronunciadas por la palabra; y estás viviendo ante la presencia misma del poder creador. La creación actúa en tu vida. Dios crea en ti justicia, santidad, verdad, fidelidad –toda buena dádiva.

Cuando así suceda, tu observancia del sábado tendrá significado, ya que el sábado es un memorial de la creación, –la señal de que quien lo guarda conoce al Creador, y está familiarizado con el proceso de la creación. Pero tu observancia del sábado es un fraude en la medida en que eres evolucionista.

A menos que reconozcas diariamente la palabra de Dios como una energía creadora en tu vida, tu observancia del sábado es un fraude; ya que el sábado es un memorial de la creación. Es una "señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios", el Creador de todas las cosas.

En el capítulo segundo de Efesios, versículos ocho al diez, leemos: "Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios: No por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, criados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó para que anduviésemos en ellas".

No necesitas esperar ninguna buena obra que parta de ti mismo. Lo has estado intentando. El evolucionista intenta, y lo está intentando siempre, sin conseguirlo nunca. ¿Por qué continuar intentando hacer buenas obras, cuando sabes que fracasas? Escúchame: nunca habrá nada bueno en ti, de la clase que sea, desde ahora hasta el fin del mundo, si no es porque el Creador en persona lo cree allí por su palabra, que contiene en sí misma la energía creadora. No olvides eso. ¿Quieres andar en buenas obras cuando abandones este lugar? Eso sólo puede darse si eres creado en Cristo Jesús para esas buenas obras. Deja de intentarlo. Mira al Creador y recibe su palabra creadora. "La palabra de Cristo habite en vosotros en abundancia"; entonces aparecerán esas buenas obras; serás un cristiano. Entonces, debido a que vives con el Creador, y estás en presencia de la energía creadora, tendrás esa paz, esa grata quietud. Tendrás esa fuerza y crecimiento genuinos que corresponden a un cristiano.

Cuando te dice que "somos hechura suya, criados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó para que anduviésemos en ellas", reconoce ahí al Creador, –reconoce solamente las buenas obras que en ti son creadas, no considerando ninguna obra que no sea creada, ya que no hay nada bueno, aparte de lo que el Señor haya creado.

Ahora eres creado de nuevo en Cristo Jesús. Él lo corrobora. Dale las gracias porque es así. ¡No irás a ser evolucionista esta vez! Se trata de tiempo verbal presente, "somos hechura suya", somos creados en Cristo Jesús para buenas obras. ¿Lo eres tú? La palabra es pronunciada. Es la palabra creadora. ¿Cuánto tiempo permitirás que pase entre la palabra de Dios y el que tú seas creado de nuevo? En relación a la creación del Génesis, has dicho que aquel que admite siquiera un minuto entre la palabra y el hecho, es un evolucionista. ¿Qué serás, con respecto a esa palabra de Dios que crea al hombre en Cristo Jesús, para buenas obras? ¿Serás aquí evolucionista? Seamos todos creacionistas.

¿Comprendes que de esa manera no va a requerir un largo, tedioso y agotador proceso el que estés preparado para recibir al Señor en su gloria? Muchos están mirando a ellos mismos. Saben que, de forma natural, el que estén plenamente preparados para recibirlo, les va a ocupar un larguísimo tiempo. En realidad, si es mediante evolución, no llegará nunca. Pero si es mediante la creación, será obrado de forma rápida y segura. Esa palabra que antes he mencionado, es la palabra que cada uno puede aquí aplicarse a sí mismo: "Mientras que muchos siguen preguntándose sobre los misterios de la fe y la piedad, habrían podido resolver el asunto si hubieran proclamado, ‘Yo sé que Jesucristo es mi porción eterna’ ".

¿Comprendéis cuán evolucionistas hemos sido? ¿Dejaremos de serlo? Vengamos ahora, seamos creacionistas y rompamos con lo anterior. Seamos verdaderos guardadores del sábado. Creamos al Señor. Él pronuncia perdón. Declara un corazón limpio. Declara santidad, la crea. Permítele que la cree en ti. Abandona la evolución y permite que esa fuerza creadora obre en ti, esa energía que la palabra declara; y antes de dejar esta reunión, Dios puede haberte preparado para encontrarte con Él. Efectivamente, en ese mismo proceso te encuentras con Él. Y cuando se haya producido el encuentro, y se produzca cada día, ¿no estás preparado para venir al encuentro de tu Dios? ¿Lo crees así? Crees que hizo los mundos cuando habló, que la luz fue hecha por su palabra, y que el leproso fue limpio "al instante" cuando Jesús habló; pero en cuanto a ti, crees que tiene que pasar un considerable lapso de tiempo entre la declaración de la palabra y el cumplimiento del hecho. ¡Oh! ¿Por qué habrías de ser evolucionista? Creación, creación.
–De eso se trata.

Vosotros y yo tenemos que invitar a la gente a la cena; tenemos que decirles, "Venid, que ya está todo listo" ¿Cómo podré llamar a un hombre diciéndole que ya está todo listo, si yo mismo no estoy listo? Es comenzar en falso. Mis palabras no lo conmoverán: no son más que un sonido hueco. Pero ¡Ah!, cuando en ese llamamiento está la energía creadora de la palabra que nos ha hecho estar listos, que nos ha limpiado de todo pecado, que nos ha creado para buenas obras, que nos sustenta como es sustentado el sol en la órbita que Dios le señala – entonces marchamos con decisión, y decimos al mundo que yace en maldad, "Venid, que ya está todo listo", y entonces nos oirá. En el llamado distinguirán los atractivos tonos de la voz del Buen Pastor, y se sentirán impulsados a acudir a Él para recibir esa energía creadora en su favor, a fin de ser hechos nuevas criaturas, y estar preparados para la cena a la que han sido llamados.

Ahí es donde estamos en la historia de este mundo. Estamos a punto de recibir el sello de Dios. Pero recordad, Él no pondrá nunca su sello sobre quien no haya sido purificado de toda contaminación. Dios no pondrá su sello sobre nada que no sea verdadero, que no sea bueno. ¿Le pedirás que ponga su sello de justicia sobre lo que no es más que injusticia? No pretenderás cosa semejante. Sabes que es demasiado recto como para hacer eso. Por lo tanto, debe limpiarte, a fin de poder poner su sello sobre su propia obra. Dios no puede poner su sello sobre tu obra. Su sello pertenece solamente a un documento aprobado por Él mismo. Permítele que escriba su carácter en tu corazón, y entonces podrá poner allí su sello; puede poner su sello de aprobación sobre tu corazón, solamente cuando su palabra creadora ha cumplido su propósito en tu corazón.

¿Podéis apreciar en presencia de Quién estamos? Ved lo infinito e inagotable que es un tema como este. Pero sobre todo, cuando terminemos, que nos encontremos ante la creación. Abandonemos ya la evolución. Que no pase ni un solo instante entre la palabra de Dios a ti declarada, y su cumplimiento en ti. Así, viviendo en presencia de la creación, andando junto al Creador, elevados por el poder creador, inspirados por la energía creadora, –con un pueblo como ese, Dios puede mover el mundo en muy poco tiempo.

Si al principio os ha parecido que era un tema más bien extraño para una ocasión como ésta [se trataba de la clausura de una semana de oración], podéis ahora ver que es pura verdad para hoy. Sólo hay dos caminos. No existe el terreno neutral. Todo hombre y mujer en el mundo, o bien es creacionista, o bien evolucionista. La evolución es infidelidad, es muerte. La creación es cristianismo, es vida. Escoge la creación, el cristianismo y la Vida, para que puedas vivir. Adhirámonos a la creación solamente, y por siempre. Y que todos puedan decir ‘Amén’.
Review and Herald, 21, 28; 7 Mar. 1899

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